Veo el reloj y son las 5:00 de la mañana. Otra noche más en la que la incertidumbre invade mi cuerpo, mi cuerpo cansado que no soporta más, la ansiedad invade cada parte de el y yo sólo respiro, rogándole al universo que me ayude a conciliar el sueño por unas cuantas horas. Los especialistas dicen que "Darse cuenta del problema" es uno de los pasos más importantes, en mi caso, tengo mucho tiempo al tanto de mi situación: La ansiedad y la depresión forman parte de mi vida. Dicho esto, no puedo ignorar el hecho de que en tantos años yo aún no he tomado cartas en el asunto, raro ¿No? Y no es por justificarme, quien me conoce sabe que no me gusta dar lástima o culpar a los demás. Va más allá de mí.
A veces creo estar bien, estable y plena pero no es así, de hecho, estoy muy alejada de estarlo. Sinceramente debo confesar que me da miedo saber que me he acostumbrado a este estado mental que tanto daño me ha hecho, es como aquel experimento con la rana en el que la sumergen en un olla con agua y comienzan a calentarla hasta que hierve. La rana fue adaptándose a las altas temperaturas y no se dio cuenta de lo caliente que estaba, hasta que murió. Ojo, con esto no estoy diciendo que yo me voy a morir, es decir, si me voy a morir pero espero que sea dentro de bastantes años. Pero este ejemplo me lleva a reflexionar sobre lo que comenté hace un momento: La ansiedad y la depresión forman parte de esa agua que se ha ido calentando por años y yo soy la ranita que se adapta al calor de la misma. Me percibo ajena a mí misma, como si lo mío fuese algo pasajero, pero las cosas pasajeras no duran años. Me temo que he aprendido a vivir así, pasando el día cansada sin saber si lograré pegar ojo antes del amanecer, recordando las cosas que he hecho de las que no estoy orgullosa, las vergüenzas, lo que dije, lo que no dije. Los pensamientos revolotean en mi cabeza como zamuros a un cadáver y la única forma de espantarlos es reviviendo pero... ¿Cómo? Es ahí el dilema.
Me despido de esta entrada, no sin antes reconocer que había dejado en el olvido este blog, 5 años para ser exactos. Pero jamás es tarde para volver y retomar lo que en algún momento te hizo sonreír y sobre todo sentirte especial.
Atentamente, Valentina.